viernes, septiembre 12, 2008

A mi angelito

Ya pasado una semana desde la última vez que miré tus cansados ojos, sostuve tu mano por largo tiempo, y sentí tu cariño por última vez.
Cuando era niña no comprendía porque mis abuelos, no eran los padres de mi mamá, ni tampoco porque no eran los abuelos de mis primos, con el tiempo entendí que realmente ellos eran mis tios abuelos, pero todo eso perdía importancia, ya que nunca hicieron diferencia alguna entre nosotros, siempre me entregaron todo el cariño necesité, me enseñaron y malcriaron, me comprendieron y me apoyaron.
Mi madre me cuenta que cuando nací, mi tata y mi abuelita me sacaron de la clínica con un osito amarillo para la suerte como decía la tradición, y nos llevaron a vivir con ellos mientras mi madre se recuperaba de su parto. A los meses después vino el terremoto, mi tata en su auto nos vino a buscar a Viña y nos llevo a su casa por un par de meses, hasta que todo volviera a la normalidad. Mi primer cumpleaños, lo celebramos en la casa de mis abuelos. Mi primera navidad fue con ellos. Mi primer diciocho de septiembre, y todas las fechas importantes en mi vida siempre ellos estuvieron presentes, siempre mi Tata estuvo ahí.
Recuerdo los domingos, era sagrado ir a almorzar con mis abuelos, con mi tata poníamos la mesa grande para todos.
Recuerdo que siempre me sentaba a mirar como planchabas la ropa los domingos por la tarde.
Recuerdo cuando haciamos pan amasado, y haciamos el "cerrito de harina".
Recuerdo cuando haciamos empanadas, y la de cinco puntas que nadie se podía comer, excepto tú.
Recuerdo cuando sacabamos uvas del parrón.
Recuerdo cuando salíamos a caminar al cerro, a buscar leña para la salamandra.
Recuerdo cuando nos retabas a mi y al Inti, porque jugabamos en el jardín y dejabamos todas las plantitas rotas.
Recuerdo cuando con Inti, nos echabas vuelo en el columpio que tú hiciste para nosotros.
Recuerdo cuando cada cumpleaños llegabas con mi abuela, y la famosa torta de milhojas.
Recuerdo para las navidades que me guardabas los chocolates del arbolito para que nadie comiera los mios.
Recuerdo cuando nos separabas el patio con Inti, y nos escondías los huevitos de chocolate.
Recuerdo nuestros diciochos en el campo, tú haciendo el asado, atendiendo a todos, sirviendo empanadas.
Recuerdo que tú eras el único que sabía con precisión hacer los hoyitos para el volantín y ponerle la cola sin que quedara cargardo.
Recuerdo que me enseñaste amar la chilenidad.
Recuerdo que me enseñaste de historia, de política, de biología, de música, de todo, porque eras un hombre infinitamente sabio.
Recuerdo que me enseñaste de la vida de los mineros, contandome tus historias de niño en Lota.
Recuerdo nuestros viajes a San Felipe, a Portillo, a Tomé, a Coquimbo y el Valle de Elqui.
Recuerdo cuando se fueron con mi abuela a vivir a Los Andes, y me hicieron tanta falta.
Recuerdo que contaba los días para ir a verlos.
Recuerdo que esperaba el verano para irme con ustedes por semanas.
Recuerdo tu carita de alegría esperandonos en la puerta.
Recuerdo nuestros paseos por el fundo, enseñandome de árboles, plantas y frutos.
Recuerdo que cuando crecí y llegaron tus otros nietos nunca me dejaste de lado.
Recuerdo que siempre conversabamos de lo que fuera.
Recuerdo cuando comenzaste a enfermar.
Recuerdo cuando te costaba hablar.
Recuerdo cuando te presenté a Arturo, y te dije que se llamaba igual a ti. Tú que apenas esbozabas frases, dijiste picaronamente: "Pero no tan encachao"
Recuerdo cuando dejaste de hablar.
Recuerdo cuando tu forma de demostrarme que sabías que yo estaba ahí, era llevandome de la mano hasta esa foto que salimos de pequeños con Inti bailando cueca en el campo y me señalabas con el dedo.
Recuerdo el día que llegué y estabas en silla de ruedas.
Recuerdo todas y cada una de las curaciones que le hice a tus patitas.
Recuerdo nuestro último diciocho y nuestra última navidad juntos.
Recuerdo cuando ya no te levantaste más.
Recuerdo que cada vez que entraba a la pieza me mirabas fijamente, y me levantabas tus blancas cejas.
Recuerdo tus ojos cansados, mi mano tomando la tuya.
Recuerdo que hice tú última curación.
Recuerdo el último minuto que estuvimos juntos, te miré a los ojos, te di un beso en tu frente y te dije: "Tata, te quiero"

2 Comments:

Blogger Nina Dijo...

Me di la libertad de escribir esto aquí, porque lo necesitaba, porque sé que aquí solo entramos nosotras...Y porque soy tan volá que quizás olvide decirles que aprecio mucho, aunque no hayan conocido a mi tata, me hayan acompañado ese día. De verdad, el hecho de tenerlas ahí me dio energías, junto a las de otras personas que por diferentes motivos no estaban. Sinceramente chicas, fue lindo tenerlas ahí.
Aún tengo pena, y ando extraña...pero sigo con la vida normal, porque el mundo continua girando y no me puedo desconcentrar porque me quedo atrás.
Un beso grande, y espero verlas harto esta semana diciochera.

12.9.08  
Anonymous Anónimo Dijo...

cacha que recien hoy lo vi...
ta maravilloso, y te entiendo y comparto miles de las cosas que dices, ya lo conversamos, si, pero no está demás...

besos

Ale

11.11.08  

Publicar un comentario

<< Home